martes, 25 de noviembre de 2008
lunes, 24 de noviembre de 2008
Jueves/Triplete
Los invitamos a la Mesa Redonda sobre Literatura y Trabajo
basada en las novelas:
El infierno prometido. Una prostituta de la Zwi Migdal
El infierno prometido. Una prostituta de la Zwi Migdal
de Elsa Drucaroff
El trabajo
El trabajo
de Aníbal Jarkowski
El muchacho peronista
El muchacho peronista
de Marcelo Figueras
Disertarán los autores
La mesa será coordinada por María Vicens
Auspicia: Revista El Interpretadorhttp://www.elinterpretador.net/
Jueves 27 de noviembre a las 19:30 hs.
Disertarán los autores
La mesa será coordinada por María Vicens
Auspicia: Revista El Interpretadorhttp://www.elinterpretador.net/
Jueves 27 de noviembre a las 19:30 hs.
Entrada libre y gratuita.
El Astillero Libros
Scalabrini Ortiz 2518
Te: 4115-5812 / 4115-5817
Cierre anual del Ciclo de Poesía en Fedro
Poetas invitados
Alberto Szpunberg/Paula Jiménez/
Carlos Juárez Aldazábal/Selva Almada
Jueves 27 de noviembre a las 20 hs.
Carlos Calvo 578
Coordinan:Florencia Walfisch/Ana Lafferranderie
Carlos Calvo 578
Coordinan:Florencia Walfisch/Ana Lafferranderie
domingo, 23 de noviembre de 2008
sábado, 22 de noviembre de 2008
viernes, 21 de noviembre de 2008
Anoche en la Casa de la Lectura...
...con María Inés Krimer, Reynaldo Sietecase y Susana Villalba
La foto es una gentileza de José María Marcos.
jueves, 20 de noviembre de 2008
Novela Negra Argentina
Encuentro con Juan Sasturain, escritor y director de la colección “Negro Absoluto” y Reynaldo Sietecase, autor de Pendejos y Un crímen argentino para conversar sobre el género.
Participan, además, Leonardo Oyola, autor de Hacé que la noche venga y Santería entre otros y María Inés Krimer, autora de El cuerpo de las chicas.
Jueves 20 de noviembre - 20.30 hs
Casa de la Lectura - Lavalleja 924 - Villa Crespo
Participan, además, Leonardo Oyola, autor de Hacé que la noche venga y Santería entre otros y María Inés Krimer, autora de El cuerpo de las chicas.
Jueves 20 de noviembre - 20.30 hs
Casa de la Lectura - Lavalleja 924 - Villa Crespo
miércoles, 19 de noviembre de 2008
Entrevista en Best Seller Español
Por David Yagüe, periodista.
Desde la lejana Buenos Aires nos responde Leo Oyola, el escritor que nos fascinó con Chamamé. El escritor argentino ha respondido a las preguntas de Best Seller Español y el resultado es todo un lujo de entrevista que nos sigue demostrando que no debemos dejar de seguir a este autor.
BEST SELLER ESPAÑOL (BSE): ¿Por qué un escritor pudiéndose hacer rico escribiendo best seller al estilo Dan Brown se lanza al género negro?
LEONARDO OYOLA (LO): La verdad, David; yo quisiera tener la cuenta bancaria de Dan Brown. Ojalá que una novela mía logre en números una cuarta parte de lo que vendió El código Da Vinci. De hecho, espero que todas mis novelas publicadas y las que se vayan a publicar logren ese porcentaje. No creo que nadie se siente a escribir y diga este va a ser un best seller. Digo nadie y me refiero a colegas que como yo están empezando y ya van encaminados. Dan Brown, ese genio que es Stephen King, tantos otros, hoy son marcas registradas, ya cuentan con un público cautivo muy numeroso y con un aparato publicitario que establece agenda. Una alquimia literaria-comercial imbatible. Yo escribo. Punto. Soy muy feliz de poder escribir y vivir de esto. Si viene lo otro, bienvenido. Pero si me siento esperando que una novela me de algo más allá de lo que me brinda el hecho de poder escribirla, no voy a dar nada bueno. Siempre digo que haber escrito Chamamé cuando lo perdí todo me terminó dando de todo. Pero si yo decía que esta novela se tenía que publicar en España, que esta novela tenía que traerme más contratos para mi futura obra, que con esta novela iba a obtener reconocimiento, que iba a ganar un premio, que iba a viajar... jamás hubiera avanzado más allá del primer capítulo. Me hubiera quedado en el nunca empiezan, explotan, de una... No hay que creérsela. Nunca.
BSE: En los últimos años parece que su carrera como escritor se ha disparado tanto en Argentina como en España ¿Cómo lo lleva?
LO: Y como Tarzán más o menos cuando se desplaza. Colgándome de la próxima liana y tratando de avanzar siempre para adelante. Elegí dedicarme de lleno a esto. Gracias a lo que cobro de España porque el cambio me beneficia es que puedo vivir de escribir. Hago colaboraciones en la edición Argentina de la Rolling Stone. Y con eso y con los anticipos para las novelas de Negro Absoluto y Mondadori me hamaco. Vivo. Al día. Muy de vez en cuando me quejo de esto, sobre todo cuando me meto la mano en los bolsillos y solo encuentro eso: los bolsillos. Pero me siento muy privilegiado de poder manejar mis tiempos y escribir, escribir y escribir. Y de leer, mucho.
BSE: ¿Y cómo recibió la noticia del Premio Dashiell Hammet de la semana Negra de Gijón?
LO: Haciendo mucha fuerza para no llorar. Fue muy emocionante. Inesperado. Un aliento a morir en esta. Como sea. Un aliento de parte de colegas y lectores a no bajar los brazos y apostar a lo que uno hace. El Hammett para mi es eso. Y la Semana Negra de Gijón, una experiencia tan rica que como escritor y persona difícilmente pueda volver a repetir.
BSE: ¿Cómo definiría como autor Chamamé?
LO: Chamamé es una novela sobre traiciones y lealtades. La traición a un compañero, a un hermano. Y la lealtad también a ese compañero, a ese hermano. Traicionar lo que somos. Y ser leal a lo que somos.
BSE: ¿Son tan diferentes sus protagonistas el Pastor Noé y el perro Ovejero?
LO: No. Son las dos caras de una misma moneda. Cuando empieza la novela el Pastor Noé es un monstruo que a lo largo de su fuga va mostrando cuan humano puede ser. Más allá de que esté piantado -medio ido del alerón le dicen ustedes, creo- y mas allá de su profesión. El Pastor es tan humano como vos y como yo. El Perro hace el camino contrario, dejándose consumir por la furia que siente, demuestra de lo que es capaz de llegar a hacer, convirtiéndose él en un monstruo mucho más temible.
BSE: Nos decía su editor en España que pronto Chamamé se convertirá en película... ¿Qué espera la adaptación cinematográfica?
LO: De ser posible, comprarme una casa. Caso contrario: una muy buena cantidad de verdes para poder escribir tranquilo y sin necesidades económicas los próximos cinco años. Lo que vaya a hacer el director con Chamamé en cine, tiene que ser algo que tenga su sello. Va a ser su versión de mi historia. No tiene que serme fiel. Solo espero fidelidad de mi pareja. Yo creo que si el tipo hace lo suyo y pone todo detrás de cámara para lograrlo va a hacer algo realmente bueno, no porque mi libro lo sea sino porque él tiene que destacarse en su palo. Quiero que me sorprenda. Por más que me la sepa de memoria, quiero que el tipo me emocione, me haga reír, me haga sentir adrenalina.
BSE: ¿La Argentina de hoy en día es un campo propicio para la novela negra?
LO: El hombre como especie en cualquier momento histórico como en cualquier latitud y longitud es el mejor motor que puede llegar a tener cualquier novela, sobre todo una negra.
BSE: ¿Está el género negro en castellano en auge? ¿Cómo valora el estado del género hoy en día?
LO: Después de la experiencia en Gijón, lo veo de muy buena salud. En mi país creo que somos pocos los puristas del género negro. Es que en general en la Argentina cualquier género es minoría. Se vende y se impone más un autor antes que un género muchas veces considerado como literatura menor.
BSE: ¿Esperar tocar otros géneros en el futuro?
LO: Coqueteo constantemente con lo fantástico. Lo sobrenatural. Me gustaría incursionar en el terror -me falta tomar mucha sopa todavía para eso- y le debo a mi hijo una épica, una de fantasy como le llaman ustedes, al estilo de lo que hizo Liliana Bodoc con la Saga de los Confines. Se va a llamar Canciones de fe y devoción. Espero poder escribirla durante el 2010.
BSE: Aproveche y preséntese a los lectores que aún no le conocen, ¿qué pueden esperar de Leonardo Oyola y sus libros?
LO: De Leo Oyola solo se pueden esperar vagos, atorrantes, borrachos, pibes chorros, piratas del asfalto, policías corruptos, policías atribulados, un gato antropófago, asesinos seriales, monstruos literales y hombres monstruosos, hechiceras para nada fuleras, señoritas de sonrisas esperanzadoras, mucha música, mucha cita al cine y la televisión y -muy a mi pesar- bastantes guiños religiosos. Todo esto anhelando poder robarle sensaciones a los lectores. Una sonrisa. Un suspiro. Que se muerdan el labio inferior. Que larguen una carcajada. No soy pretencioso, ojo. Pero sé muy bien que lo que quiero robar vale mucho.
BSE: ¿Qué será lo próximo suyo que leeremos?
LO: Terminé para la colección Negro Absoluto, Sacrificio. El segundo libro de los cuatro que forman la saga de la Víbora Blanca. Haremos las correcciones necesarias con el editor y el director de la colección y se estará editando a principios del año que viene acá, en Buenos Aires. Después Mondadori me va a publicar Kryptonita, que es básicamente una ucronía. Kal-El, el héroe más grande de todos los tiempos, aquel que debía llegar a ser conocido como Superman, en lugar de llegar a Smallville, Kentucky, EE.UU; aterriza en Rafael Castillo, Buenos Aires, Argentina. Ya nunca más conoceremos al guardián del Planeta Tierra, al Hombre de Acero; sí se hablará de una mara y de su líder que va a ser leyenda por estas pampas.
BSE: ¿En qué está trabajando actualmente?
LO: Estoy laburando en Aquiles 31. Un enfrentamiento entre policías y ladrones durante un robo a un camión blindado en la Puerta del Sol, en pleno Madrid. Ando muy enganchado con varios personajes -de parte de los polis: Papá Pitufo, la Pitufina, Gruñón, Genio, Fortachón, Filósofo, Tontín, Perezoso, Gárgamel y Azrael; de parte de los chorros: Maravilla Hagler, Nadie, la Pantoja, Mamá Inés, Kiss, Los Iracundos, Trapito, el Kun y El Guiri-, dos bares en Malasaña -el Bukowski y el Cooper- y una canción de Sheena Easton -Teléfono- que me van a dar situaciones que a mi escribirlas me divierten mucho y que espero que cuando alguien tenga el libro en las manos también se ría cuando las lea.
Para leer en su sitio original, pinchar acá.
Desde la lejana Buenos Aires nos responde Leo Oyola, el escritor que nos fascinó con Chamamé. El escritor argentino ha respondido a las preguntas de Best Seller Español y el resultado es todo un lujo de entrevista que nos sigue demostrando que no debemos dejar de seguir a este autor.
BEST SELLER ESPAÑOL (BSE): ¿Por qué un escritor pudiéndose hacer rico escribiendo best seller al estilo Dan Brown se lanza al género negro?
LEONARDO OYOLA (LO): La verdad, David; yo quisiera tener la cuenta bancaria de Dan Brown. Ojalá que una novela mía logre en números una cuarta parte de lo que vendió El código Da Vinci. De hecho, espero que todas mis novelas publicadas y las que se vayan a publicar logren ese porcentaje. No creo que nadie se siente a escribir y diga este va a ser un best seller. Digo nadie y me refiero a colegas que como yo están empezando y ya van encaminados. Dan Brown, ese genio que es Stephen King, tantos otros, hoy son marcas registradas, ya cuentan con un público cautivo muy numeroso y con un aparato publicitario que establece agenda. Una alquimia literaria-comercial imbatible. Yo escribo. Punto. Soy muy feliz de poder escribir y vivir de esto. Si viene lo otro, bienvenido. Pero si me siento esperando que una novela me de algo más allá de lo que me brinda el hecho de poder escribirla, no voy a dar nada bueno. Siempre digo que haber escrito Chamamé cuando lo perdí todo me terminó dando de todo. Pero si yo decía que esta novela se tenía que publicar en España, que esta novela tenía que traerme más contratos para mi futura obra, que con esta novela iba a obtener reconocimiento, que iba a ganar un premio, que iba a viajar... jamás hubiera avanzado más allá del primer capítulo. Me hubiera quedado en el nunca empiezan, explotan, de una... No hay que creérsela. Nunca.
BSE: En los últimos años parece que su carrera como escritor se ha disparado tanto en Argentina como en España ¿Cómo lo lleva?
LO: Y como Tarzán más o menos cuando se desplaza. Colgándome de la próxima liana y tratando de avanzar siempre para adelante. Elegí dedicarme de lleno a esto. Gracias a lo que cobro de España porque el cambio me beneficia es que puedo vivir de escribir. Hago colaboraciones en la edición Argentina de la Rolling Stone. Y con eso y con los anticipos para las novelas de Negro Absoluto y Mondadori me hamaco. Vivo. Al día. Muy de vez en cuando me quejo de esto, sobre todo cuando me meto la mano en los bolsillos y solo encuentro eso: los bolsillos. Pero me siento muy privilegiado de poder manejar mis tiempos y escribir, escribir y escribir. Y de leer, mucho.
BSE: ¿Y cómo recibió la noticia del Premio Dashiell Hammet de la semana Negra de Gijón?
LO: Haciendo mucha fuerza para no llorar. Fue muy emocionante. Inesperado. Un aliento a morir en esta. Como sea. Un aliento de parte de colegas y lectores a no bajar los brazos y apostar a lo que uno hace. El Hammett para mi es eso. Y la Semana Negra de Gijón, una experiencia tan rica que como escritor y persona difícilmente pueda volver a repetir.
BSE: ¿Cómo definiría como autor Chamamé?
LO: Chamamé es una novela sobre traiciones y lealtades. La traición a un compañero, a un hermano. Y la lealtad también a ese compañero, a ese hermano. Traicionar lo que somos. Y ser leal a lo que somos.
BSE: ¿Son tan diferentes sus protagonistas el Pastor Noé y el perro Ovejero?
LO: No. Son las dos caras de una misma moneda. Cuando empieza la novela el Pastor Noé es un monstruo que a lo largo de su fuga va mostrando cuan humano puede ser. Más allá de que esté piantado -medio ido del alerón le dicen ustedes, creo- y mas allá de su profesión. El Pastor es tan humano como vos y como yo. El Perro hace el camino contrario, dejándose consumir por la furia que siente, demuestra de lo que es capaz de llegar a hacer, convirtiéndose él en un monstruo mucho más temible.
BSE: Nos decía su editor en España que pronto Chamamé se convertirá en película... ¿Qué espera la adaptación cinematográfica?
LO: De ser posible, comprarme una casa. Caso contrario: una muy buena cantidad de verdes para poder escribir tranquilo y sin necesidades económicas los próximos cinco años. Lo que vaya a hacer el director con Chamamé en cine, tiene que ser algo que tenga su sello. Va a ser su versión de mi historia. No tiene que serme fiel. Solo espero fidelidad de mi pareja. Yo creo que si el tipo hace lo suyo y pone todo detrás de cámara para lograrlo va a hacer algo realmente bueno, no porque mi libro lo sea sino porque él tiene que destacarse en su palo. Quiero que me sorprenda. Por más que me la sepa de memoria, quiero que el tipo me emocione, me haga reír, me haga sentir adrenalina.
BSE: ¿La Argentina de hoy en día es un campo propicio para la novela negra?
LO: El hombre como especie en cualquier momento histórico como en cualquier latitud y longitud es el mejor motor que puede llegar a tener cualquier novela, sobre todo una negra.
BSE: ¿Está el género negro en castellano en auge? ¿Cómo valora el estado del género hoy en día?
LO: Después de la experiencia en Gijón, lo veo de muy buena salud. En mi país creo que somos pocos los puristas del género negro. Es que en general en la Argentina cualquier género es minoría. Se vende y se impone más un autor antes que un género muchas veces considerado como literatura menor.
BSE: ¿Esperar tocar otros géneros en el futuro?
LO: Coqueteo constantemente con lo fantástico. Lo sobrenatural. Me gustaría incursionar en el terror -me falta tomar mucha sopa todavía para eso- y le debo a mi hijo una épica, una de fantasy como le llaman ustedes, al estilo de lo que hizo Liliana Bodoc con la Saga de los Confines. Se va a llamar Canciones de fe y devoción. Espero poder escribirla durante el 2010.
BSE: Aproveche y preséntese a los lectores que aún no le conocen, ¿qué pueden esperar de Leonardo Oyola y sus libros?
LO: De Leo Oyola solo se pueden esperar vagos, atorrantes, borrachos, pibes chorros, piratas del asfalto, policías corruptos, policías atribulados, un gato antropófago, asesinos seriales, monstruos literales y hombres monstruosos, hechiceras para nada fuleras, señoritas de sonrisas esperanzadoras, mucha música, mucha cita al cine y la televisión y -muy a mi pesar- bastantes guiños religiosos. Todo esto anhelando poder robarle sensaciones a los lectores. Una sonrisa. Un suspiro. Que se muerdan el labio inferior. Que larguen una carcajada. No soy pretencioso, ojo. Pero sé muy bien que lo que quiero robar vale mucho.
BSE: ¿Qué será lo próximo suyo que leeremos?
LO: Terminé para la colección Negro Absoluto, Sacrificio. El segundo libro de los cuatro que forman la saga de la Víbora Blanca. Haremos las correcciones necesarias con el editor y el director de la colección y se estará editando a principios del año que viene acá, en Buenos Aires. Después Mondadori me va a publicar Kryptonita, que es básicamente una ucronía. Kal-El, el héroe más grande de todos los tiempos, aquel que debía llegar a ser conocido como Superman, en lugar de llegar a Smallville, Kentucky, EE.UU; aterriza en Rafael Castillo, Buenos Aires, Argentina. Ya nunca más conoceremos al guardián del Planeta Tierra, al Hombre de Acero; sí se hablará de una mara y de su líder que va a ser leyenda por estas pampas.
BSE: ¿En qué está trabajando actualmente?
LO: Estoy laburando en Aquiles 31. Un enfrentamiento entre policías y ladrones durante un robo a un camión blindado en la Puerta del Sol, en pleno Madrid. Ando muy enganchado con varios personajes -de parte de los polis: Papá Pitufo, la Pitufina, Gruñón, Genio, Fortachón, Filósofo, Tontín, Perezoso, Gárgamel y Azrael; de parte de los chorros: Maravilla Hagler, Nadie, la Pantoja, Mamá Inés, Kiss, Los Iracundos, Trapito, el Kun y El Guiri-, dos bares en Malasaña -el Bukowski y el Cooper- y una canción de Sheena Easton -Teléfono- que me van a dar situaciones que a mi escribirlas me divierten mucho y que espero que cuando alguien tenga el libro en las manos también se ría cuando las lea.
Para leer en su sitio original, pinchar acá.
martes, 18 de noviembre de 2008
domingo, 16 de noviembre de 2008
viernes, 14 de noviembre de 2008
martes, 11 de noviembre de 2008
Masters of the universe
Quizá al terminar de leer esta novela negra-social también se plantee mi misma pregunta: Si el bueno permite al malo hacer de las suyas, pero sólo allí donde no moleste al bueno, entonces ¿sigue siendo bueno, o sólo es un malo cómodo?
“Gólgota”, la cuarta novela del joven escritor Leonardo Oyola (Buenos Aires, 1973), no es una novela sobre malos y buenos que les ganan. Porque los “buenos” combaten a los malos según el momento. Porque al final nadie sale vencedor, salvo la muerte (que cultiva en ambos bandos), y su agente comercial la violencia (“La reina de reinas no es la madre de Cristo. No es la virgen. La reina de reinas acá y en todas partes es y será la violencia. Porque esa sí es madre… de todos los males”). Es en todo caso una novela de contrarios, de un policía solitario a punto de jubilarse (Lagarto) que siempre creyó en lo que está haciendo, aunque a veces eso implique jugar sucio, incluso fabricar pruebas, y que siente un deber de padre protector hacia el otro policía (Calavera), joven instalado en la treintena que a base de esfuerzo logró salir de la opresión de las calles de Villa Scasso, donde de seguro estaría condenado a ser uno de los otros, uno de los matones de los Pibes, y que contrariamente a Lagarto tiene un hogar con una familia que le espera.
La policía no se mete con los pibes, los pibes se mantienen en su zona. Una hija muere desangrada por un aborto clandestino en los brazos de su madre, y la madre se suicida. ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? Pues que este último es un incidente que lleva a reabrir la guerra “patas negras”, “azules” o “policías” versus Pibes de Villa Scasso o delincuentes. Como correa de transmisión actuará el propio Calavera, que se convierte en vengador, justiciero, o juez y parte en esta guerra que él desata y en la que sucumbe. Su particular gólgota como no podría ser de otra manera está en Villa Scasso.
La verdad es que al lector no le salpica mucha sangre. En su mayor parte corre por dentro, por los canales de los sentimientos de Calavera, que se desbordan ante el acontecimiento que le toca de plano, la muchacha muerta bien podría haber sido su hija de haber mediado otras circunstancias entre él y la madre de aquella que fuera su antigua novia. También por los canales de los sentimientos de Lagarto, que pierde lo más parecido a un hijo y al que las reglas del honor obligan a lavar con otra sangre la de su compañero. Bueno, algo de sangre sí que hay.
Si en la novela negra convencional la acción apunta ahí mismo, a la acción, partiendo de un fuerte nudo que poco a poco hay que desatar con constantes avances y retrocesos en el proceso, o sea, manteniendo la tensión, en esta novela negra-social, el nudo y el peso de la acción lo soportan los sentimientos, siempre contradictorios entre sí, de cada uno de los dos policías: El mayor ya lo hemos dicho, que cree en lo que hace pero que a veces se tiene que plantear si eso es lo correcto, que hubiera deseado con todas sus fuerzas una familia a quien querer (nada más lejos del policía arquetípico de novela negra convencional). Eso sí, como un policía de esos que hablamos, también empina el codo (aunque solo en el bar en cuyo espejo roto se refleja su figura; en el “Tenéme al chico” (Es irónico que un espejo hecho mierda te muestre en verdad quien sos”, su familia de barra en el barrio de Atalaya, una historia colateral que infla con mucho tino al personaje Lagarto. El joven, no es un novato (“Calavera había perdido la cuenta de los tiroteos en los que había intervenido”), sino un luchador curtido antes de la policía, en la ley de los suburbios, pero que siente que ha traicionado a su gente, no a los delincuentes, sino a la gente humilde y sencilla que lucha por sobrevivir con el fruto de su trabajo y con la que el padre Gregorio (“Un gallego de otro planeta que hace su obra social en Scasso”) lucha también. Su figura no se refleja en el espejo roto de ningún bar, sino en la figura de Kuryaki, otro de los Masters del Universo. Gran acierto por parte del autor el introducir esta especie de cuña informativa sobre esta serie de dibujos animados, que se nos desvelan al principio del capítulo “La corona de espinas"; ahí entendemos el porqué de los apodos.
Los modismos y giros están bien usados, vienen colocados de forma que uno no necesita un diccionario de argentinismos, sino que por el contexto deducirá el significado de cada uno de ellos. Y por último añadir que si bien el lector acaba el primer capítulo de la novela confundido, es decir este capítulo no le aclara lo que debe esperar, y hasta bien avanzada la novela no sabrá que está inmerso en un flashback, la novela es de fácil lectura, lo que no quiere decir una novela fácil. Como tampoco es fácil la lucha entre esos verbos que los que aprenden español confunden en uno solo: ser y estar, y que son la esencia de esta más que recomendable obra.
“Gólgota”, la cuarta novela del joven escritor Leonardo Oyola (Buenos Aires, 1973), no es una novela sobre malos y buenos que les ganan. Porque los “buenos” combaten a los malos según el momento. Porque al final nadie sale vencedor, salvo la muerte (que cultiva en ambos bandos), y su agente comercial la violencia (“La reina de reinas no es la madre de Cristo. No es la virgen. La reina de reinas acá y en todas partes es y será la violencia. Porque esa sí es madre… de todos los males”). Es en todo caso una novela de contrarios, de un policía solitario a punto de jubilarse (Lagarto) que siempre creyó en lo que está haciendo, aunque a veces eso implique jugar sucio, incluso fabricar pruebas, y que siente un deber de padre protector hacia el otro policía (Calavera), joven instalado en la treintena que a base de esfuerzo logró salir de la opresión de las calles de Villa Scasso, donde de seguro estaría condenado a ser uno de los otros, uno de los matones de los Pibes, y que contrariamente a Lagarto tiene un hogar con una familia que le espera.
La policía no se mete con los pibes, los pibes se mantienen en su zona. Una hija muere desangrada por un aborto clandestino en los brazos de su madre, y la madre se suicida. ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? Pues que este último es un incidente que lleva a reabrir la guerra “patas negras”, “azules” o “policías” versus Pibes de Villa Scasso o delincuentes. Como correa de transmisión actuará el propio Calavera, que se convierte en vengador, justiciero, o juez y parte en esta guerra que él desata y en la que sucumbe. Su particular gólgota como no podría ser de otra manera está en Villa Scasso.
La verdad es que al lector no le salpica mucha sangre. En su mayor parte corre por dentro, por los canales de los sentimientos de Calavera, que se desbordan ante el acontecimiento que le toca de plano, la muchacha muerta bien podría haber sido su hija de haber mediado otras circunstancias entre él y la madre de aquella que fuera su antigua novia. También por los canales de los sentimientos de Lagarto, que pierde lo más parecido a un hijo y al que las reglas del honor obligan a lavar con otra sangre la de su compañero. Bueno, algo de sangre sí que hay.
Si en la novela negra convencional la acción apunta ahí mismo, a la acción, partiendo de un fuerte nudo que poco a poco hay que desatar con constantes avances y retrocesos en el proceso, o sea, manteniendo la tensión, en esta novela negra-social, el nudo y el peso de la acción lo soportan los sentimientos, siempre contradictorios entre sí, de cada uno de los dos policías: El mayor ya lo hemos dicho, que cree en lo que hace pero que a veces se tiene que plantear si eso es lo correcto, que hubiera deseado con todas sus fuerzas una familia a quien querer (nada más lejos del policía arquetípico de novela negra convencional). Eso sí, como un policía de esos que hablamos, también empina el codo (aunque solo en el bar en cuyo espejo roto se refleja su figura; en el “Tenéme al chico” (Es irónico que un espejo hecho mierda te muestre en verdad quien sos”, su familia de barra en el barrio de Atalaya, una historia colateral que infla con mucho tino al personaje Lagarto. El joven, no es un novato (“Calavera había perdido la cuenta de los tiroteos en los que había intervenido”), sino un luchador curtido antes de la policía, en la ley de los suburbios, pero que siente que ha traicionado a su gente, no a los delincuentes, sino a la gente humilde y sencilla que lucha por sobrevivir con el fruto de su trabajo y con la que el padre Gregorio (“Un gallego de otro planeta que hace su obra social en Scasso”) lucha también. Su figura no se refleja en el espejo roto de ningún bar, sino en la figura de Kuryaki, otro de los Masters del Universo. Gran acierto por parte del autor el introducir esta especie de cuña informativa sobre esta serie de dibujos animados, que se nos desvelan al principio del capítulo “La corona de espinas"; ahí entendemos el porqué de los apodos.
Los modismos y giros están bien usados, vienen colocados de forma que uno no necesita un diccionario de argentinismos, sino que por el contexto deducirá el significado de cada uno de ellos. Y por último añadir que si bien el lector acaba el primer capítulo de la novela confundido, es decir este capítulo no le aclara lo que debe esperar, y hasta bien avanzada la novela no sabrá que está inmerso en un flashback, la novela es de fácil lectura, lo que no quiere decir una novela fácil. Como tampoco es fácil la lucha entre esos verbos que los que aprenden español confunden en uno solo: ser y estar, y que son la esencia de esta más que recomendable obra.
José Cruz Cabrerizo
domingo, 9 de noviembre de 2008
Los asesinos tímidos
En la ahora edición virtual de la revista de Juan José Burzi, una crítica de Diego Mytelene ¡que no cuenta el final de la novela!
Gracias, Diego. Por tu laburo y el respeto.
Para leerla, pinchar acá.
Gracias, Diego. Por tu laburo y el respeto.
Para leerla, pinchar acá.
sábado, 8 de noviembre de 2008
viernes, 7 de noviembre de 2008
jueves, 6 de noviembre de 2008
miércoles, 5 de noviembre de 2008
martes, 4 de noviembre de 2008
La nueva voz de la novela negra
"(...) Western, policial, novela fantástica, de terror; los géneros encogen la textura de una trama y una historia que suma y se potencia con la cintura que fue adquiriendo Oyola para narrar a un ritmo frenético, vertiginoso, con un deliberado acento en el lenguaje (...) ".
La nota de Silvina Friera en la edición de hoy en Página 12.
La nota de Silvina Friera en la edición de hoy en Página 12.
lunes, 3 de noviembre de 2008
Narrador antes que escritor
-Sería algo así como que el cuento gana por knock out y la novela por puntos...
La nota completa de José María Marcos para Insomnia, acá.
La nota completa de José María Marcos para Insomnia, acá.
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Chamamé,
Gólgota,
Hacé que la noche venga,
Santería,
Siete
domingo, 2 de noviembre de 2008
Sopa fría
El Rufián Melancólico escribe sobre Gólgota en La Contrarreforma 4.
Todo bien que le parezca vacía. Es una opinión.
Todo mal -muy mal- que cuente el final de la novela.
Más respeto al autor.
Pero sobre todo: más respeto al futuro lector.
Todo bien que le parezca vacía. Es una opinión.
Todo mal -muy mal- que cuente el final de la novela.
Más respeto al autor.
Pero sobre todo: más respeto al futuro lector.
sábado, 1 de noviembre de 2008
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