lunes, 30 de junio de 2008

Período Villa-Villa

Es uno de los escritores más originales de la nueva generación de narradores. Este discípulo de Alberto Laiseca eligió narrar un policial signado por la violencia escondida detrás del progreso mentiroso de Buenos Aires y las invocaciones a San La Muerte, San Jorge y el Gauchito Gil.

La nota de la Ñ Digital, acá.

sábado, 28 de junio de 2008

Novela negra de aquí a la vuelta

"(...) Mucho más actual y comprometido es el desdibujado, ficticio y lúgubre Puerto Apache que pinta Leonardo Oyola. Este valor, no ya promisorio sino bien actual de la nueva generación de narradores, aprovecha esta entrega de un siempre considerado género menor, para plasmar un lenguaje coloquial pero poético, con algún parecido al que acostumbra Cucurto pero con musicalidad propia. No obstante, en la carrera contrarreloj de Fátima Sánchez, la Víbora Blanca, por anticiparse a su Némesis, la Marabunta, extracto de otra sugestiva villa miseria, y en la denuncia de una Buenos Aires que hace de sus rascacielos espejados el símbolo mentiroso de su progreso, Oyola se sirve de la estructura arquetípica de la novela negra. Policías en connivencia con ladrones y prostitutas cobijadas por el poder son ejemplo de lo primero. Sin embargo, Oyola logra en el mismo proceso narrativo salirse de las ataduras del género estrictamente policial y crear, merced del terror, el suspenso y su talento creativo una obra mucho más duradera (...)"

La nota completa de Guido Carelli Lynch publicada en Ñ, acá.

domingo, 22 de junio de 2008

El fuerte respaldo de la tradición

La columna escrita por Jorge Lafforgue en Clarín, acá.

sábado, 21 de junio de 2008

La vuelta del policial argentino

"(...) Diferentes son los contornos de Santería. Leonardo Oyola (1973), es autor de Siete & el Tigre Harapiento , de cuya poética urdida sobre la base de una imaginería pop es tributaria Santería . Hay una poderosa impronta personal en la escritura de Oyola. Narrada en la inmediatez del "yo" y el "tú", al igual que las canciones que la pueblan desde el epígrafe, la novela propone una poética atravesada por citas y reminiscencias de la cultura pop que van integrando un entramado sólido de significaciones. Sobre un fondo integrado por los códigos vitales de la villa y las leyes implacables de la indigencia, Oyola abre su escritura a lo mágico: el conocimiento del futuro, la invocación y protección de los santos en el plano de lo humano. Dispone el libre juego ficcional merced al cual, al romper las leyes de la verosimilitud, otorga singular carnadura a personajes inolvidables, bellamente incompletos. Santería establece su territorio en la tensión entre la profecía y la virtualidad de un crimen que hace pensar en el relato "Impostor",de Philip K. Dick, donde se investiga para evitar un hecho que en el futuro vislumbrado ya sucede.

La nota completa de Fernando Curiel publicada en ADN, acá.

miércoles, 11 de junio de 2008

Entre tigres & víboras

Una entrevista de José María Figueras en HDA.
A él y a toda esa gente, muchas gracias.

PD: Las fotos son de Mica Hernández.

martes, 10 de junio de 2008

lunes, 9 de junio de 2008

miércoles, 4 de junio de 2008

Pablo Trapero: Leonera



Pablo Trapero vivió en San Justo. Pero deja bien en claro que solo paraba en Ruta 3 y Almafuerte. Será por eso que abandera más el camino antes que el barrio. El nomadismo de una búsqueda por sobre la sedentariedad que supone la esquina. El no quedarse ahí, donde no hay más para elegir que solo un puñado de opciones. Que estuvo bien haber ido a bailar al Jesse James siempre que pudo. Que por polleras supo patear por Casanova, Laferrere y Rafael Castillo. Que hizo todo lo que tenía para hacer allá. Y que después, para poder seguir en movimiento, simplemente se fue.



Durante la charla que mantiene con Rolling Stone en las oficinas de su productora en Almagro, Matanza Cine, el realizador de Mundo Grúa no deja de nombrar una y otra vez a Marti y a Mateo; y lo mismo le pasa con la palabra “contraste” y sus derivaciones. “Marti” es su mujer, Martina Gusmán, productora de varias de sus películas y protagonista de Leonera, la historia de una joven embarazada de pocos meses que queda detenida y procesada por sospecha de asesinato en una unidad penitenciaria. Mateo es el hijo de ambos. Tiene seis años y puede ver 300 sin escandalizarse por los combates, decapitaciones y demás barbaries entre espartanos y persas. Ahora bien, El castillo vagabundo o El viaje de Chihiro son otra cosa: inquietan y asustan a Mateo Trapero. Y gracias a esta mirada atenta, es que papá y mamá presentan su última película en la Selección Oficial del Festival de Cannes. Así lo cuenta el mismo Trapero:



“Mis viejos tienen una quinta en Cañuelas, que es una quinta de frutas y además hay animales. Nosotros vamos con frecuencia, más que nada desde que tenemos a Mateo. Y en uno de esos viajes, en el que vas por el Auopista Richieri, pasás por la Unidad Penitenciaria de Ezeiza, Mateo pega el grito: “¡Mirá, papá! ¿Por qué esa casa es rosa?” , y justamente era una cárcel de mujeres donde en esa unidad están madres con sus chicos. Es algo contrastante esa situación de ir a pasear con el nene a estar en el campo con los chanchos y los conejos y encontrarte con que a la vera de la ruta, estaban los pibes del otro lado del muro”.



Trapero marca el comentario de su hijo como una de las génesis del proyecto. En la otra estuvo, obviamente, “Marti” (ver recuadro). Escribió el guión junto con Alejandro Fadel, Martín Mauregui y Santiago Mitre; los mismo de El amor, primera parte. “Fue entrar a aprender. A escuchar y prestarle atención a lo que ellos nos querían contar. Vos a la cárcel pensando que la tenés clara y después todo se te va a la mierda. Los muros son un lugar donde los pibes dibujan y pegan stickers. Los chicos se cuelgan y se trepan de los barrotes de las rejas. Todo empieza a ser muy estridente. Para los dos lados. Porque vos lo ves al pibe en ese momento y la está pasando muy bien. Ahora las consecuencias que va a tener por crecer en prisión se van a notar mucho más tarde. Pero también hay otro interrogante que uno se hace, y acá no estamos hablando de cine, y es el de decir, okay, ¿entonces que se hace? Primero hay que empezar mucho antes. No es solo un problema del servicio penitenciario. ¿Es un problema de la justicia? Seguro. Es un problema estructural. Hay muchas cosas previas donde el estado, si vos vez a las escuelas en el estado en el que están, a los hospitales en el estado en el que están; si no cuidan esas cosas tan básicas, imaginate que nivel de atención pueden llegar a tener estos lugares. Hay tanto para atrás a donde ir que es muy difícil encontrar una respuesta que pueda contestar a todas estas particularidades. Y así y todo escuché a muchos internos decir yo prefiero estar acá que en mi casa. Escuché celadores envidiando lo que recibían los internos. Desde pañales y educación. Quejándose de las escuelas públicas a las que van sus hijos. Espero que esto que digo no sea tomado de forma erronea: la realidad es tan injusta que todo lo que pasa después va a ser también injusto. Es muy abrumador pensar que la mayoría de las internas todavía están esperando que le dicten condena. Una espera que comparten con sus hijos. Chicos que están presos por supuestos crímenes que hicieron sus mamás y todavía no se sabe si son culpables”.



Lo que propone la película es cómo, en la realidad particular en la que están, las cosas pueden mejorar. Que es lo que tratan de hacer sus protagonistas, Julia y Marta. Lo mejor que se pueda en una situación angustiante. Si hay una posibilidad de sobrevivir es gracias a la solidaridad y la esperanza, a determinados sentimientos que también están teñidos de otra cosa. Quizás la solidaridad no es tan desinteresada y la esperanza no tenga que ser tan noble. Pero por los motivos que sean estos vínculos se generan. Leonera pone el acento en eso, anhelando –según afirmaciones del propio Trapero- que este tipo de historias abran debates para que algo se pueda modificar tarde o temprano.


-Hablemos un poco de uno de los momentos más luiminosos de la película, de cómo es la navidad en Leonera.

Sabía que iba a existir una relación directa con El bonaerense en esa escena. Pero lo que a mi me gustaba era que fuera lo opuesto. Las fiestas que pasa el Zapa son apocalípticas y acá en Leonera, si bien dura, la navidad de Julia y Tomás es de una ternura que a mi me mata. Me emocioné cuando la escribí. Me emocioné cuando la hicimos. Me emocioné cuando la filmé. Me emocioné cuando la edité. Me emociona cada vez que la veo.

-Coincido con vos cuando afirmás que si te quedás allá, en el conurbano, no tenes mucho para elegir.

Fijate que la diferencia entre el celador y el interno es casi accidental. En muchos casos todos te dicen “yo no nací diciendo tenes que ser celador, papá. En mi barrio mi viejo me dijo tenés tres opciones: o te hacés prostituta, o te hacés chorra o sos penitenciaria”. El límite entre el chorro y el cana es como la vida quizás te llevó para un lado o para otro. Muchos celadores tienen en sus pabellones guardados a familiares. Son del mismo barrio. Se conocen desde siempre. Es una situación muy dramática. El tipo que tiene que cuidar y que en muchas ocasiones tiene que reprimir al otro lado de la reja... Situaciones muy contrastantes. También se genera lo opuesto. Simpatías y cercanías. Por este ratito todos venimos de Casanova, que se yo, todos venimos de tal lado. Tenemos algo en común... El lugar de origen, la situación social son muy afines. Genera contradicción. Genera mucho odio.

¿Qué nos querías dejar con Leonera?


La película no viene a traer luz ni viene a explicar. Muestra una realidad donde vamos a estar todo el tiempo en este contrapunto. En prisión todo es rutina. Cuando eso se puede quebrar, se celebra. Un nacimiento es algo que se celebra. Estés adentro o afuera. Por eso en Leonera chocan dos cosas tan genuinas como lo son el derecho del nene de estar en libertad y derecho del nene por estar con la mamá.

martes, 3 de junio de 2008

¿Gato? No. Leona


-¡Uy, pero cómo paró la cola el gato! ¡Mirala vo’ a la rubia!
-Hay que agarrarla de los bigotes y atarla de trompa a las rejas, así aprende.

La rubia es Julia Zarate, interpretada por Martina Gusmán, personaje a la que la actriz llegó a conocer muy bien. “Después de la experiencia que tuvimos en Nacido y criado, donde fue mucho más chiquita mi participación, pensamos en la idea de trabajar juntos en una película en la que yo fuera la protagonista. Pablo me pidió que empezara a escribir la historia teniendo en cuenta tres personajes en una sola locación. Yo le di cuarenta páginas en las que contaba un triángulo amoroso que termina con un asesinato. Pablo lo ve y me dice: ¡esto está buenísimo! Va a ser el comienzo de la peli. Eso me sirvió para la construcción de Julia antes de entrar a la cárcel. La idea pasaba por no caer en el estereotipo. Julia era una diva de clase media alta que tiene que aprender a sobrevivir en un medio hostil, encima embarazada. Se adapta a lo que le toca vivir. Y esos cuatro años adentro, como su maternidad, terminan de transformarla”.


Martina, también madre, sabía que era fundamental para su interpretación el vínculo con Tomás, su hijo en la película. “Cuando ella puede amamantar a su bebé por primera vez, cuando suena duermete niño, para mi es un momento clave”. Obviamente, al ser una interna, Julia Zárate como mujer tiene características muy específicas: “Lo trabajé desde lo corporal, la volví más animal, instintiva. Hay algo innato como madre que una haría cualquier cosa por su hijo. Julia va aprendiendo a ser mamá y a establecer ese lazo. Sus cambios emocionales concretos le van modificando estructuras. Ahí está su relación con los otros personajes. Marta –Nota: la actriz Laura García, del grupo barrial Catalina Sur; junto con la misma Gusmán las revelaciones de la película- es muy importante porque le da una idea de familia que ella no tenía. También descubre que no puede permitirse ser débil. Y en algún punto termina siendo como la madre de su propia madre”; interpretada por la actriz y cantante Elli Medeiros.

La actriz habla honestamente de los prejuicios y fantasías que tenía a la hora de empezar la composición de su criatura, de la ansiedad y miedo que le daban no saber con qué se iba a encontrar y cómo lo iba a manejar. “Cuando me empecé a comprometer afectivamente con las internas y sus historias vi situaciones de mucha solidaridad. Lo básico: la privación de la libertad. No es lo mismo imaginarla que sentirla todos los días. Eso es algo que nos dio filmar dentro de un penal. Puede parecer obvio pero en algún punto pasa lo mismo con la maternidad: hasta que no lo experimentás en carne propia no podes hablar de eso. El amor, darlo y recibirlo, es algo que te deja marcado. Imaginate como debe ser dar y recibir amor en situaciones tan terribles. Julia es un personaje muy transformador”, concluye. Y sí, como dice la calle; la rubia, la mamá de Tomás, evidentemente es de las que se paran de manos.

lunes, 2 de junio de 2008

Karaoke (Trapero y la música)

“En comparación a otra gente yo trabajo la música bastante tarde. Muchos arrancan desde el guión, en los ensayos o hasta tienen un músico que la va componiendo en paralelo. La banda de sonido me empieza a llegar a medida que la película se va consolidando. Cuando me largo a compaginar escenas voy a mis discos y pruebo de todo. Algo queda de eso que también abre una línea de búsqueda en una dirección fija que me lleva a una disquería a comprar un determinado material o a hablar con amigos que me puedan recomendar canciones para el camino que ya elegí.

Ora bolas –de Paulo Tatit, interpretada por Claudia Gaviria y Tita Maya- la probé en una de las escenas. La saqué de un disco infantil que tenía mi hijo. La letra era tan fuerte y también tan estridente por la voz de los chicos, pero a la vez tenía algo que generaba inquietud, miedo. Terminaba volviéndose tan protagonista con las escenas que competía. Así que dije: a ver, voy a probar una cosa, hagamos un karaoke. Pongamos la letra con la música y que la escena sea con un fondo neutro. Me gustó mucho. Por eso en vez de insertarlo en un bloque en el medio de la película lo usé como secuencia de título.

El contraste entre el universo infantil y el de terror con esa letra fundacional, con esa idea de zoom que se expande y va abriendo, va abriendo, va abriendo y que en particular va a leer una cosa pero cuando lo vez de afuera tiene otro valor me pudo. La cosa pasa por anticipar que vas a ver una película de mucho contraste. No saber bien donde estás parado y hacia donde va a ir Leonera. Esa canción define en un minuto y medio lo que vas a ver”.