“En comparación a otra gente yo trabajo la música bastante tarde. Muchos arrancan desde el guión, en los ensayos o hasta tienen un músico que la va componiendo en paralelo. La banda de sonido me empieza a llegar a medida que la película se va consolidando. Cuando me largo a compaginar escenas voy a mis discos y pruebo de todo. Algo queda de eso que también abre una línea de búsqueda en una dirección fija que me lleva a una disquería a comprar un determinado material o a hablar con amigos que me puedan recomendar canciones para el camino que ya elegí.
Ora bolas –de Paulo Tatit, interpretada por Claudia Gaviria y Tita Maya- la probé en una de las escenas. La saqué de un disco infantil que tenía mi hijo. La letra era tan fuerte y también tan estridente por la voz de los chicos, pero a la vez tenía algo que generaba inquietud, miedo. Terminaba volviéndose tan protagonista con las escenas que competía. Así que dije: a ver, voy a probar una cosa, hagamos un karaoke. Pongamos la letra con la música y que la escena sea con un fondo neutro. Me gustó mucho. Por eso en vez de insertarlo en un bloque en el medio de la película lo usé como secuencia de título.
El contraste entre el universo infantil y el de terror con esa letra fundacional, con esa idea de zoom que se expande y va abriendo, va abriendo, va abriendo y que en particular va a leer una cosa pero cuando lo vez de afuera tiene otro valor me pudo. La cosa pasa por anticipar que vas a ver una película de mucho contraste. No saber bien donde estás parado y hacia donde va a ir Leonera. Esa canción define en un minuto y medio lo que vas a ver”.