martes, 30 de septiembre de 2008

lunes, 29 de septiembre de 2008

Trasnoche Aurora Grundig

Guillermo Belcore para la sección de cultura del Diario La Prensa, Martín para el programa Abrí los ojos de La Metro, y Bianca para el blog El cieguito comentan lo que les pareció la novela.
A todos, gracias por leer.

domingo, 28 de septiembre de 2008

sábado, 27 de septiembre de 2008

viernes, 26 de septiembre de 2008

jueves, 25 de septiembre de 2008

Fin de fiesta


Gracias




¿Por qué?
¿Por qué leemos?
¿Por qué escribimos?
Sobre todo esto último, ¿por qué escribimos?
¿Por qué tengo este impulso?
“¿Por qué tengo este impulso?”, es la pregunta retórica que se hace -en un animé, en un dibujito animado- un lobo moribundo, blanco, mientras se vuelve uno con la nieve, mientras se pierde con ese paisaje invernal.
El lobo muere.
Resucita.
Se transforma en hombre.
Se vuelve a mandar las mismas cagadas.
Se transforma en lobo.
Pelea constantemente hasta que es herido de gravedad.
Moribundo, su pelaje se perdería en la nieve, si no fuera por la herida por la que le sale la sangre.
Eso es lo único que lo diferencia de ese paisaje.
La sangre es lo que nos hace distintos.
La sangre y ese impulso que nos hace levantarnos una y otra vez.
Ese impulso que nos transforma.
Ese impulso que nos hace pararnos de manos.
Pelearla.
Ese impulso que nos diferencia.
Está en nosotros.
Está en nuestra naturaleza.
Por eso leemos.
Por eso escribimos.
Es lo que somos.
Es a lo que le tenemos que ser fiel.
Hacé que la noche venga es mi segunda novela.
La empecé a cranear, la empecé a escribir, después de la mención que tuvo El Tigre Harapiento.
Convencido de que tenía que seguir adelante en esto.
De ahí las personas a quienes se las dedico, aún cuando no sabía si se iba a publicar o no.
Va para la honestidad de Jorgelina Nuñez, Marcos Mayer y Carlos Gamerro, jurados de preselección de un premio de novela.
Porque ellos hicieron su trabajo -lisa y llanamente lo que tenían que hacer- Claudia, Ernesto, yo mismo entre tantos, tenemos la oportunidad de publicar. De dedicarnos a esto.
De dar otro paso en nuestra carrera como escritores.
Hacé que la noche venga también está dedicada a un héroe de la pantalla grande, a ídolos de la música, a un primo al que quiero mucho, a una amiga y a su muchacho, mi compadre.
El padrino de mi nene es fanático del jazz. Me dijo que tenía que escribir algo con eso. En compacts me pasó de todo. Y yo no pude engancharme con nada. Hice mucha fuerza, de verdad, a ver si me gustaba. Me mentí que si, que estaba bueno. Pero lo único que más o menos me copó fueron dos covers de Miles Davis de una canción de Michael Jackson y otra de Cindy Lauper. Y si me gustaron me parece que fue porque a mi me sonaban a música de telo.
Hay cosas que nos pasan. Que nos forman. Que nos quedan tatuadas.
Creo que eso es lo que sacamos, lo que mostramos, cuando escribimos.
Lo que somos y lo que conocemos.
Desde que escribí la novela hasta esta noche en la que la estamos presentando. Me pasó de todo. Para bien y para mal. Tengo muchos momentos a los que clasifico José Velez: porque Procuro olvidarlos. Pero por suerte tengo muchos otros a los que estoy aprendiendo a disfrutar.
Lo bueno es que en estos años en los que decidí dedicarme de lleno a la escritura, me crucé y conocí a muchos lobos blancos. Muchos que leen y escriben. Muchos con los que compartimos este impulso.
Está bueno no sentirnos solos en nuestro oficio.
Está bueno no traicionarnos.
Seguir nuestra naturaleza.
Dicho esto, muchos de los que vienen acompañando desde hace un rato dirán: ¿y que carajo hace Leo Oyola vestido de traje?
Bueno, la respuesta es sencilla: los colegas escritores y músicos -Millán & Pandolfelli- querían tocar trajeados y les pareció copado que yo también lo esté. Acepté porque me vino bien la propuesta: llegamos de Mendoza el lunes y todavía no lavamos la ropa, así que esto era lo que mas o menos estaba a mano. Y además es para darle el gusto a mi mamá, acá presente que siempre se queja de cómo me visto. Las madres siempre nos van a querer ver así, como si fuéramos a la primera comunión.
Con mucho cariño, para vos, mamá.
Y para vos, mamita.
Hacé que la noche venga es intentar evocar lo que a mi me dio leer a Poe, El Sabueso de los Baskertvielle, las películas de pistoleros en Sábados de Super Acción, las de terror en Trasnoche Aurora Grundig o un disco, más bien un cassette, como Dinasty.
Por eso, si la pasan bien con algo que escribió Leo Oyola, obvio que estoy hecho.
Una vez dije que yo no se si cuando escribo tengo técnica o manejo algún estilo; que me pasa lo mismo que cuando iba a bailar.
Le pongo muchas ganas y lo disfruto.
Eso, creo yo, es mi ancho de espadas.
Entre tantas cosas buenas que existen para compartir, fuimos hecho para esto.
Fuimos hechos para leer y escribir.
Fui hecho pa’amarte.
A todos, gracias.

lunes, 22 de septiembre de 2008

sábado, 20 de septiembre de 2008

Palo bonito, palo eh!

Entrevista de Patricia Rodón, acá.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Ringtones


Anoche en la jam. A la organización y a los que acompañaron, muchas gracias.

domingo, 14 de septiembre de 2008

viernes, 12 de septiembre de 2008

sábado, 6 de septiembre de 2008

Esa curva tamburelliana...

Terminé hace poco de leer Chamamé, la novela de Leonardo Oyola publicada en Salto de página. En pocas palabras, advertencia preliminar, novela apta para tarantinianos. El problema de las religiones es su virtud. Si Tarantino es Dios, Rodríguez es su profeta. Y desde ahí, podemos ir estirando el chicle y darle hilo a la cometa, y justamente han surgido seguidores desde todas las disciplinas artísticas, y esta Chamamé es una historia que bebe de esa fuente, mitad clásica, mitad postmoderna.
Cuando sea llevada al cine, que lo será, Chamamé será una road movie pero no cualquiera. Y si no, simpre podemos ver a Kevin en Un mundo perfecto. Dos cabrones de toda la vida, el padre Noé y su secuaz el perro Ovejero. Todas sus andanzas, sus desamores, sus pasados. El padre Noé reconvertido al más asesino dogmatismo. Porque siempre se ha matado en nombre de Dios, mientras recitas el Nada fue un error, o cualquiera de los Guns, o el 1979 de Guillermito. El sacrificio como ideal de vida. Jessica Lange como imagen perenne. El problema de los asesinos es que no pueden tener pasado, porque siempre hay tiempo para llorar después (nunca antes, nunca durante). E incluso, a veces, matar, aunque sea en una cárcel, tiene sus repercusiones fuera. Y los chicos que nos jodieron en el 98 (de nada valió el 6-0), son muy, muy malos. Y las lluvias de ranas son posibles.
Pero al final, sólo queda el vacío, esa nada que inunda pulmones y corazón, esa muerte solitaria, ese vacío, esa curva tamburelliana en la que Senna encontró su muerte. Siempre puedes cantar salmos, oraciones multiplicadas por 2. Pero no vale nada. Un asesino siempre te espera para pasar su cuchillo por tu cuello. Y hay sacrificios que siempre ocurren. Una buena novela, y el que no la entienda que vuelva al parvulario del que no debió salir. Y punto.

Desde Murcia, via Gintonic Dream.

jueves, 4 de septiembre de 2008

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Nunca escupas para arriba


Entrevista de Máximo Soto

En apenas cuatro años, desde que en 2004 apareció en el panorama literario argentino con «Siete y el Tigre Harapiento», Leonardo Oyola pasó de ser un maestro y bibliotecario de Morón que había escrito un policial para un concurso literario, a convertirse en un escritor profesional e internacional con seis novelas publicadas, entre ellas «Chamamé» -ganadora del Premio Dashiell Hamett- que en Italia quieren llevar al cine, y cuentos que merecieron estar en numerosas antologías. Ante la aparición en librerías de su libro «Hacé que la noche venga», dialogamos con él.

Se transformó en escritor profesional, algo sorprendente en nuestro país, en tiempo récord.

Cuando me presenté al concurso literario con «Siete y el Tigre Harapiento» y salí finalista con la tercera mención, me sentí gratamente sorprendido, cuando los miembros del jurado se acercaron a elogiarme mi novela, se sentí estimulado, me dieron ganas de ponerme a escribir al otro día. Y me puse de inmediato a escribir, mientras aparecía mi primera novela en la editorial Gárgola, el libro que sale ahora, «Hacé que la noche venga», que me contrató Sudamericana. Creo que ahí empezó todo, y hasta con un duro empujón. Entre medio. me pasaran cosas que me marcaron mucho: perdí el trabajo, me separé, me vine a vivir a Capital. Y no paré de escribir.

¿Cómo logró ser editado en España?

Una editorial española me llamó porque querían publicar «Siete y el Tigre Harapiento», pero los derechos los tenían acá. Me preguntaron qué era lo último que había escrito. Y ahí me publican ellos «Chamamé». A la vez ya había acordado la publicación de otras dos novelas en nuestro país: «Gólgota» y «Santería», que es el primer libro de la saga de La Víbora Blanca, que también salieron este año. «Santería» fue un libro a pedido para la colección Negro Absoluto que dirige Sasturain.

P.: ¿Hizo un policial a pedido?

L.O.: Esa colección venía con una serie de detectives entre los que los escritores convocados elegían uno y lo llevaban hacia su propio imaginario. Me propusieron tener como investigadora a una parapsicóloga en los años 90. Les dije que ese personaje me era muy ajeno, pero que podía coquetear con el mundo de las brujas que hacen «trabajos de amarre», lectura de cartas, esas cosas. Me pareció un buen contraste con los años de Menem.

Y le dieron vía libre.

Sí. Así comencé a contar de Fátima Sánchez, más conocida como La Víbora Blanca. En una de sus « lecturas», ve que va a morir en poco tiempo de forma violenta, y sale a averiguar por qué, dónde y cuándo, porque ya sabe cómo lo van a hacer. Es una carrera contra reloj. Ese personaje me permite jugar con la santería, con los santos populares, como el Gauchito Gil y San La Muerte, de los que son todos devotos en la villa Fuerte Apache. Pero del Fuerte Apache que fue la prehistoria de lo que hoy es Puerto Madero. En este momento estoy escribiendo la continuación de «Santería», que se va a llamar «Sacrificio».

Su consagración internacional la consiguió con «Chamamé».

«Chamamé» me dio de todo. Con el anticipo me vine para el centro. Viajé dos veces a España. Primero estuve en un Congreso de Escritores en la Primera Trovada Literaria en Ibiza, representando a la Argentina junto a Juan Gelman, antes de haber ganado el Cervantes. Me invitaron porque les había gustado el trabajo que hago con la jerga, el lunfardo, la germanía. Mi ponencia fue sobre cómo incorporaba el argot callejero a la literatura. Después, gané el Premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón. Volver a España ya era un gran premio. Es extraordinario poder dialogar con colegas de todo el mundo, que por escribir policiales enfrentan los mismos problemas. Conversé con leyendas como Juan Madrid y Juana Salabert, el chileno Roberto Ampuero, cubano Lorenzo Lunar y Juan Ramón Biedma, con el que compartimos el premio. Y Ernesto Mallo, otro escritor argentino que estaba nominado, y que es un maestro.

¿Qué gustó de « Chamamé»?

Es para mí un misterio. Es una novela excesivamente localista. Transcurre en nuestra Mesopotamia y tiene muchas referencias a nuestra televisión, a nuestra música. Es un ajuste de cuentas entre dos piratas del asfalto. Se conocían de toda la vida, se cubrían mutuamente,hasta que uno le mejicanea al otro el botín de un secuestro express, y escapa hacia la triple frontera. El narrador, El Perro, sabe que si llega a la frontera, lo pierde, escapa por Ciudad del Este o por Foz y ya no lo va a poder cazar. Por otra parte está un pastor que sostiene que Dios le habla a través de las canciones del rock nacional. Tergiversa las letras como si fuera un mensaje divino, una orden de Dios. Pero le dicen: pará, que eso no es de Dios, es de la Bersuit. Yo pensaba que la novela sólo iba a interesar a quienes conocen grupos de rock de acá, de Manal a Airbag. Y sin embargo, gustó a los editores, gustó al jurado, gustó a los lectores, gustó en otros países. Para mí es un misterio.

¿Qué cuenta en «Hacé que la noche venga»?

Es un policial clásico y sucede en un momento histórico, eso me permitió encontrar un estilo definido, pasar a narrar en primera persona, lo que lleva a un mejor trabajo con el género y un vínculo más cercano con el lector. Un ciruja, que nunca sabemos si miente o no, que dice provenir de una familia adinerada, cuenta que el frío invierno de 1939, cuando estaba durmiendo con otro atorrante en las excavaciones que hacían en Plaza Italia para continuar esa línea del subte, su compañero murió de una manera violenta y muy misteriosa. Entonces el ciruja se pone a investigar. Hay más muertes, y un ingeniero está rastreando la causa de la muerte de unos obreros. El ingeniero es racionalista, y va por lo deductivo, considera que tras los crímenes está la mafia. En cambio el ciruja, desde su locura, contempla la posibilidad de que se trate de algo sobrenatural. Me gustaba acercarme al relato fantástico, generar esa tensión que provoca lo desconocido. Busqué enfrentar el temor a lo desconocido, a lo fantasmal, con el temor a lo real, y mostrar que no hay nada más temible que alguien real que empuña un arma o participa de una conspiración.

¿Para imaginar policiales lo ayuda vivir en una sociedad donde a diario se muestra la violencia y la inseguridad?

Eso me lo preguntaron muchos periodistas en España. Lo que escribo tiene que ver con el mundo en que me crié, y en el conurbano bonaerense, como todo el mundo sabe, la violencia es moneda diaria, y hay que aprender a convivir con ella.

Entrevista publicada en el diario Ámbito Financiero.

martes, 2 de septiembre de 2008

Estilo Monoblockero

Conseguir un mejor nivel de vida, aprovechar cada oportunidad que se presenta, vivir y sobrevivir el día a día: de eso va Estilo Monoblockero, el primer disco oficial de F-A.

Por Leonardo A. Oyola.




“¡Que hacés, Esteban! ¿Sabés qué? Para mi es como que yo a vos nunca te deje de ver. Vos estuviste siempre ahí. Yo ponía tus temas y te escuchaba la voz, boludo. Y lo escuchaba al gordo y me re-reía”. Esteban -junto con Massi, Patu y Picki- es uno de los mcs de F-A, la banda de rap formada hace diez años en los monoblocks de Ciudadela; el complejo habitacional Ejército de los Andes, más conocido como Fuerte Apache. El que lo saluda es un amigo que cayó y ahora acaba de salir. “Está bueno –comenta Massi, que conoce lo que es estar guardado- porque de una manera u otra estuviste con los pibes. Se la ayudaste a robarla así. Caen en cana y es lo primero que te piden. No vienen a soguearte mandame ropa, mandame esto... Mandame un compact del F-A es lo que te dicen”.

MONOBLOCKERO DE SANGRE. “Descargar todo lo que se tiene dentro. En primera instancia contra la policía y contando realidades que veíamos y vivíamos. Siempre creimos en el derecho de expresar lo que sentimos. Cuando vimos que el rap nos daba eso porque nos dejaba profundizar más, explayarte, nos quedamos con eso. Encontramos lo que era nuestro”, reflexiona Esteban cuando habla de sus inicios, de la primera vez que escucharon a 2pac y que sin saber una palabra en inglés descubrieron un ritmo que los identificaba; como también recuerda Massi: “Había similitudes a full, a eso es a lo que voy, y más identificados nos sentíamos, más para adelante le queríamos dar. Esa fue la mecha. Primero conocimos lo que es hip-hop, hip hop en general, ¿me entendés? Después vimos como venían las otras ramas y nos quedamos con el rap. Si vamos a la que es, no podemos pararnos en una esquina a que él haga ruidito con la boca, otro haga free style, vos des vueltas en el piso y yo me ponga a grafitear porque va a venir la policía y a vos te va a dar palazo, a mi me van a poner los ganchos y me va a llevar a la comisaría y a él porque está tirado en el piso lo van a cagar a palos por boludo. Por eso lo tomamos muy a pecho. F-A es una manera de expresión. Nosotros tenemos otra cuna. Así nomás. Salimos de otro lado”.

ESCUCHEN ATREVIDOS.
De las casi 450 mil visitas que tienen en myspace, más del setenta por ciento son de afuera del pais. “No tenemos ni idea de quién fue el primero que subio una canción nuestra a internet. Hubo una serie de temas que eran de la famosa tiradera,¿viste?, donde le dábamos palo a los que se hacen los roncha, se hacen los ladrones. Los grabábamos para nosotros. Un día salta uno y nos dice: che los temas de ustedes están en internet. ¡¿Cómo?! Dijimos nosotros y rumbeamos para el cyber. Cuando pusimos Fuerte Apache en el buscador, hicimos plin, y ahí estaban. La primera reacción fue: ¡aaahhh! ¡nos están robando!”. De lo que confiesa Massi, Esteban no puede evitar reirse: “Si. Fue más o menos así. Pero también dentro de todo fue una grata sorpresa saber que tanta gente nos escuchaba. Y la aceptación de la gente. No esperábamos eso. Lo de nosotros era para nuestro barrio. De mano en mano fue pasando de villa en villa, de suburbio a suburbio. Es muy loco que en los monoblocks de Soldati o en una villa en San Martin la gente se vea reflejada en una canción nuestra. Que las toque. Que les llegue. Que sepan que no es mentira, que no estamos batiendo cualquiera. Internet nos abrió la cabeza y nos dio la posibilidad de salir”.

VIDA CLANDESTINA. El rap para los F-A fue una apuesta grande porque les dio una oportunidad. Algo que vale -y mucho- para los que están criados entre tiros y corridas. Y si alguien sabe de esto, ese es Esteban. “La onda fue tratar de salir de las complicaciones que teníamos pero a través de la música. Nos pone contentos saber que llegamos en el momento justo. Porque más allá del crecimiento personal de nosotros como músicos, está la parte judicial. Hoy en día no tenemos causas, estamos limpios de todo. Y si alguien alguna vez la tuvo ya cumplió y no le debe nada a la ley. En nuestras letras no bardeamos. Cantamos la realidad, lo que somos, lo que vivimos. Pero no hacemos apología”. El primer corte del disco, Queridos amigos, es un genuino adiós y un recuerdo emotivo a todos aquellos a los que les tocó perder –donde F-A rapea un final predecible acá te puede pasar. “Hacer música, grabarla, es una manera de seguir viviendo en el sentido de seguir vivos. Nos dimos cuenta de que si nos pasaba algo, nuestras familias y las personas que nos quieren nos iban a poder escuchar la voz. Yo lo comprobé con mi hermano cuando estuvo preso, que le decía a mi mamá: decile a Esteban que me mande un cassette porque hace un montón que no le escucho la voz”.


ESCUCHALOS
Estilo Monoblockero, su disco debut, fue editado por Pelo Music.
myspace.com/fuerteapache

miércoles y jueves