viernes, 26 de diciembre de 2008

El pibe repoyo

San La Muerte

Leonardo Oyola (Buenos Aires, 1973) es el reciente ganador del premio Dashiell Hammett que entrega la Asociación Internacional de Escritores Policíacos en la Semana Negra de Gijón, España, con su novela Chamamé. Santería se titula la novela de este autor que Negro Absoluto eligió como una de sus primeras opciones.

Santería es la historia de Fátima apodada la Víbora Blanca, una cartomante de una villa bonaerense a quien se le anuncia a través de una aparición que su mejor clienta, la Marabunta, la va a asesinar en la mañana de Navidad. A partir de ese momento comienza a tomar medidas contra el tiempo para evitar que eso suceda.

En el camino hacia el final, el autor sorprende a cada página, tiñendo a la novela de una atmósfera mística, pero no de una mística “oficial” ya que lo que reina en estas páginas es la mística popular, la religión y las creencias que nada tienen que ver con las del Vaticano. Está presente todo el tema de San La Muerte y El Gauchito, en auge en los últimos tiempos al ser venerados por los habitantes de las villas argentinas, el de San Jorge, un santo compartido por varias religiones entre ellas el Umbandismo, al igual que todo tipo de santos y religiones populares.

Todo está mezclado, todo se entrecruza, y este hecho en lugar de confundir, o de menospreciar como si se tratara de un menjunje, le da potencia a la histioria, sin caer en ningún momento en el pintoresquismo o en el tratamiento paródico de las religiones “marginales”.

A la hora de explicar la procedencia, el linaje de las protagonistas, el autor despliega un recurso que le da un brillo a la novela y que termina siendo uno de los mejores momentos. Para cada una de las historias sobre el pasado de los personajes hay dos versiones, dos historias diferentes, una “real” y otra mística, más legendaria. Oyola se vale de las dos, y en ningún momento se inclina por alguna de las opciones, convenciendo al lector de que quizás lo mejor sea creer las dos.
Pero paralelamente hay otra historia que también es encarada de forma religiosa. La novela está ambientada en Puerto Apache en 1996, año en que se comenzaron las medidas oficiales para transformar esa villa en la sofisticada Puerto Madero. La protagonista siente que por su culpa, la maldición que cae sobre ella (fruto de su procedencia) provocará la destrucción de toda la villa. El narrador en ningún momento desmiente esto, lo que poco a poco comienza a tomar el valor de verdad absoluta. El destino es imposible de cambiar.

Todo esto sumado, el destino inexorable, el oráculo que advierte, la maldición sobre una comunidad, la sustitución de la razón por la fe, en un lugar donde vuelan los tiros, nos da como resultado una historia atrapante, contada de una manera muy original, como si se tratara del Apocalipsis, contado en clave de tragedia griega y western, de ese mundo que es la villa.

Escrito por Diego Recoba en su blog.
Muchas gracias. Buen año, hermano.