miércoles, 28 de enero de 2009

Vía DSM IV

En Santería, Leonardo Oyola recurre a todos los íconos posibles de la cultura popular y los reúne en un relato que comienza con una vidente, la Víbora Blanca, quien ve su propia muerte. La acción transcurre en los 90 –en pleno menemismo– y se desarrolla en la desaparecida Villa Puerto Apache y en la imaginaria El Jabuti.

Pero lo que parece un policial pop muta en una historia fantástica cuando los protagonistas se enfrentan y muestran sus verdaderos rostros, en un final que deja sin aliento.

Según Oyola, el personaje principal nace “de las cinco preguntas básicas del periodismo: quién, qué, dónde, cuándo y por qué. Saber qué le va a pasar y a quién (te vas a morir de un tiro) y por ende intentar averiguar dónde, cuándo y por qué. La figura de una vidente que ve su propia muerte me pareció muy atractiva. Entonces, busqué llevarla hacia lo que conozco y lo que he visto y vivido donde me tocó crecer, todo en un registro exagerado”.

Al explicar el giro fantástico de la historia, Oyola dice que siempre estuvo presente en su obra.

“Salvo en Gólgota, en el resto de mis otras novelas publicadas coqueteo con el género fantástico. Quizás en Hacé que la noche venga y en Santería está más pronunciado, conforme avanzan las tramas”, afirma. En el caso de esta saga para Negro Absoluto, dice que su intención, su idea inicial, era “ahondar en el tema de la fe y de nuestros santos populares. Cuando se me ocurrió la idea de dos enemigos irreconciliables, pero hermanos de cofradía –Danielín y el Kevin Costner–, que no se pueden matar porque los protege el mismo santo del que son devotos, me animé a ir un poco más allá".

Sobre todo con la Víbora Blanca y la Marabunta, la protagonista y su Némesis”. Sobre el trabajo de componer los personajes, Oyola asegura que la Víbora Blanca era la clave. “El tema es intentar evitar una muerte anunciada –afirma Oyola–. Me gustan mucho los westerns [N. del E.: es crítico de cine en la revista Rolling Stone]. Una vez leí que Sergio Leone, para Erase una vez en el Oeste, siendo consciente de que el género estaba moribundo, decidió filmarlo al ritmo de un corazón que se está deteniendo. Quise hacer lo mismo en Santería desde mi narrativa. El fin de año y el advenimiento del desalojo de los últimos asentamientos del Puerto Apache, para dar paso a Puerto Madero, me calzaron justo con lo que era mi motor.”

La crítica de Anya Ellis en su sitio original, además del resto de las novelas de Negro Absoluto, pinchando acá.