Atracción Peligrosa *** ½
Ben Affleck, Rebecca Hall & Jeremy Renner.
Dirigida por Ben Affleck.
(Por Leonardo A. Oyola) Haber titulado de forma local a The town como Atracción peligrosa es tan o más bochornoso que ponerle a Edipo Rey Me casé con mi mamá. No solo porque adelanta algo que va a ser un conflicto fuerte en la trama sino que remite a un film que jamás vamos a ver en pantalla. No le van a hervir el conejo a la hija de Michael Douglas ni Jeremy Irons se va a enamorar perdidamente de su nuera. Los que vayan a buscar eso se van a llevar un chasco mayúsculo como los valijeros de la calle Lavalle cuando en manada se metían al cine a ver Striptease con Demi Moore. Atracción peligrosa es un policial hecho y derecho que, si bien no puede evitar lugares comunes del género, está a la altura del sorprendente debut como director de Ben Affleck (Desapareció en una noche, 2007); confirmándolo como un talento a seguir en esta materia.
The town cuenta la historia de un barrio en el que viven, nacen y se crían los mejores ladrones de bancos y camiones blindados de EE.UU. Un oficio casi artesanal trasmitido de padres a hijos con una complicidad total de todos sus pobladores. He aquí lo universal en un film anclado al sentido de pertenencia. Donde uno va a ser siempre el lugar de donde salió. Muy pocos personajes son los que dejan de caminar esas calles que se saben de memoria. La mayoría el único trayecto que conoce es del barrio a la cárcel y de la celda al rancho. Alguno, de vez en cuando, para la pelota y empieza a pensar en comprarse una segunda oportunidad. En no volver a reincidir. Para eso hay que irse. Pero antes un último trabajo. Un laburo salvador. EL robo más espectacular del prontuario. Hay que hacer los deberes para no tener que disparar un tiro, ejecutando fríamente un plan de características ajedrecísticas. Y si sobre la marcha la cosa se complica, ahí ser más Rambo que Kasparov. Y en The town, la cosa se complica. Y mucho.
La segunda película como realizador de Affleck –esta vez también delante de cámara- además de homenajear a Punto Límite (Kathryn Bigelow, 1991) linkea a un clásico de este subgénero como lo es Fuego contra fuego (1995) de Michael Mann; film en el que los protagonistas a ambos lados de la ley demostraban tener un enorme respeto por sus adversarios aunque se advirtieran que cada uno iba a morir en la suya en esa escena memorable con Al Pacino y Robert De Niro en el café: policías y ladrones de elite. En The town, no hay tanta sofisticación en el equipo de Señores Chorros comandado por Affleck. Sí, mucho músculo -como se conoce en la jerga- y puro huevo; además de códigos que los vuelven más nobles que los rastreros agentes del FBI que los están cazando.
“De este lado o del otro nos vamos a volver a ver” es el leitmotiv de estos hombres que están jugados. Y si bien en un principio se refieren a estar adentro o afuera de la prisión, ese de un lado o del otro termina siendo acá o en el cielo. Porque la muerte es estar preso. El infierno es estar guardado. El cielo es estar en paz con uno. El cielo es una mujer. Y la vida, en The town como en cualquier otro lugar similar en el planeta, es el purgatorio. Un lugar de paso donde rendimos cuentas de quienes somos. Y donde la robamos como podemos.