lunes, 8 de abril de 2013

Delincuentes a matar o morir


(Por Juan Manuel Montero). La palabra raro remite indefectiblemente a algo a lo que no estamos acostumbrados. No hace falta ponerle más calificativos, aunque, obvio, nos puede gustar o no. Pero lo que no podemos dejar de lado es el placer de sorprendernos. De enfrentarnos a algo a lo que no estamos acostumbrados. Eso, en principio, es lo que pasa con Kryptonita, el libro que escribió Leonardo Oyola quien, con 39 años, ya tiene lauros ganados con su pluma (es lindo creer que aún se puede escribir sin la computadora, aunque esto es cada vez menos cierto). Tiene formación en el género policial. Y un mentor de lujo: el gran Alberto Laiseca, de quien seguramente habrá sacado muchos de los personajes que se cuelan en sus novelas. Bastará decir que con uno de sus trabajos, Chamamé, ganó el premio Dashiell Hammet al mejor policial en la XXI Semana Negra de Gijón. Kryptonita transcurre en un hospital de la zona oeste de Buenos Aires y el protagonista es un "nochero", uno de esos médicos que deben hacer guardias nocturnas, la mayoría de las veces contratados por los verdaderos especialistas, y a las que no pueden rechazar por cuestiones económicas. Allí está este pobre hombre, contando las pocas horas que le faltan para abandonar el hospital después de haber pasado tres días seguidos atendiendo todo tipo de dolencias. Hasta que.... una banda de famosos asaltantes de la zona toma la guardia para que curen a su cabecilla moribundo. 




Está en primera persona, pero las anécdotas y los detalles saltan de protagonista en protagonista a medida que cuentan o explican. El escritor pinta a cada uno de los personajes mientras su líder, el temible "Nafta súper", lucha por su vida. Todo se complica hasta el máximo cuando el hospital es rodeado de "patas negras". O sea, la bonaerense llega para hacerse cargo del caso y los delincuentes saben que ahora se juegan a matar o morir. 



Una vuelta más 



Los personajes, tres lúmpenes, un paraguayo y un travesti, pasan de la euforia a la melancolía, recordando viejas y buenas épocas, comparándolas con un presente poco alentador. Hay detalles que uno no puede contar si no los tiene vividos. En eso, Oyola, colaborador habitual de Rolling Stone, marca terreno. 



La novela es corta, pero el ritmo no se altera en ningún momento. Para los que ya leyeron Gólgota o Santería, la llegada de Kryptonita será bien recibida. Para los que leen por primera vez acerca de este autor, la oportunidad de conocer a alguien que sabe darle una vuelta de tuerca al policial convencional. Y eso no es poco.