“Entonces, ¿por qué tengo este impulso?”, es la pregunta retórica que se hace el moribundo lobo albino, volviéndose uno con el desolado paisaje invernal, en el comienzo y en el final de la saga de “Wolf’s Rain”.
Pienso en esto mientras el cursor titila intermitente en el lugar de “Alguna clase de monstruo”, el capítulo 3 de mis “Canciones de fe y devoción”.
Un documento que, por ahora, suma más nieve.
“¿Por qué? ¿Por qué los humanos miran al cielo? Dime ¿por qué si no tienen alas quieren volar? Nosotros solo corremos hasta donde sea. Corremos con nuestras patas”.
Chicos: yo quiero ser ese lobo blanco. Por eso tengo este impulso.