domingo, 3 de febrero de 2008

Oyola y los policiales porteños

Por Sonia Budassi

– ¿Cuál es el primer libro que recuerda haber leído?

En revistas de chistes corte Larguirucho o Condorito venían enganchados en la página central dossiers con adaptaciones de clásicos ilustrados. Así conocí al Dr. Jeckyl & Mr. Hyde y a Los tres mosqueteros. También recuerdo, después de haber visto en Carozo y Narizota la miniserie que hizo la RAI de Sandokán, ir a buscar las novelas de Salgari y obviamente encontrarlas en la colección Robin Hood.

– ¿Cuál es su autor favorito vivo?

En mi palo, Guillermo Orsi y Ernesto Mallo. Tipos curtidos, old fashion. Trasmiten eso en sus policiales: la seguridad del que está de vuelta sin la necesidad de vender sabiduría a lo Libro Gordo de Petete. Los dos crearon personajes de puta madre como lo son sus respectivos canas. Un cachivache impresentable y oportunista es el Gargano de Orsi en Sueños de perro; mientras que el Comisario de Mallo protagonista de La aguja en el pajar y el Delincuente argentino la juega de quijote anacrónico con chapa y reglamentaria.

– ¿Qué libro se llevaría a una isla desierta?

Ir a una isla desierta donde en teoría no hay bares, cines, música, internet; donde tampoco hay mujeres; una isla desierta donde haciéndome el gato y como cantan Los Gatos elegí para irme a naufragar por algo pienso en que libro me llevaría; una isla desierta sin psicoanalista… Definitivamente sería el momento exacto para entrarle a un género que vengo esquivando hasta la fecha: el de la autoayuda. ¿Existe un Bucay para principiantes? Ese me llevaría. Sino, de una y a lo guapo, arrancaría con Rolón.

– ¿Cuál es el último libro que leyó o qué está leyendo en este momento?

El carácter sea monkey de Daniel Riera. Me dejó duro el loco porque -sin ponerse en periodista de canal 9 machacando hasta el hartazgo con el tema de la inseguridad- inquieta desde una afirmación que puede ser verdadera o falsa, un cincuenta y cincuenta muy caro para apostar. Ese texto reproduce la insoportable sensación de sogueo siempre presente en un robo.

– ¿Qué libro reciente no pudo terminar de leer?

El único libro que nunca pude terminar fue la Biblia. Todo un pecado para lo que es mi imaginario.

– ¿Qué libro quisiera releer pronto?

De Ambrose Bierce tanto sus Cuentos de soldados y civiles como su Diccionario del diablo. Porque trasmite la ira contenida de alguien que siempre estuvo en guerra literal y espiritualmente. Los enemigos de Bierce son varios según la batalla que pelee –la naturaleza, la fe, los otros hombres- pero tiene bien en claro que el peor de todos sus demonios es él mismo.

– ¿Cuándo escribe?


Cuando puedo. Donde puedo. Como puedo.

– ¿Quién debería ser el próximo Nobel?

¡Laiseca por supuesto! Como cuenta en el Manual sadomasoporno, el Conde ya tiene un Lebon… que no es lo mismo. Y después de la Medalla de Cuero’e Sapo otorgada por las Fuerzas Vivas de Camilo Aldao y el Sorete del bar Einstein que se ganó por sus Poemas Chinos le vendría muy bien otro reconocimiento.

– ¿Cuáles son sus rituales o supersticiones a la hora de escribir?

Armo soundtracks en CD’s, en el MP3, en la computadora. Busco contagiarme de ritmos. Ver que me trasmiten esos temas. Después, como novelista, me pongo límites que cumplo a rajatabla para no desbandarme. Hago un esquema definitivo con el número de capítulos. Los se de movida, antes de escribir la primera oración. En Siete & el Tigre Harapiento usé un disco de Duran Duran para titular cada uno de sus capítulos con el título y el orden de las canciones de ese trabajo discográfico. Para Hacé que la noche venga nombres de series clásicas de televisión ambientadas en el far west. En Chamamé corresponden a los versos completos de una canción de Bon Jovi, dejando el estribillo para marcar los finales de la primera y segunda parte. En Gólgota utilizo los misterios para rezar el rosario y en Cuando las palomas lloran el nombre y la forma en que salen las cartas de la baraja española utilizada para adivinar el futuro. Por ejemplo: La sota de copas al revés.

– ¿Cuál es su comienzo favorito de la literatura universal?

En las Crónicas de motel de Sam Shepard, una arranca con “hubo una época en que mamá llevaba un 45. Yo en una cadera. La pistola en la otra…”.

Publicado en el suplemento de cultura del Diario Perfil del domingo 3 de febrero de 2008.