Alma de western, historia de negro, forma de argot carcelario argentino y embalaje tarantiniano. Todo esto es la hiperviolenta Chamamé de Leonardo Oyola, que este verano se ganó el premio Dashiell Hammet de la Semana Negra de Gijón. Con toda razón hay que decirlo, porque nos encontramos ante una salvaje delicia.
La historia respira una historia de western clásico, dos compañeros de correrías y asaltos en las carreteras se dan caza (aunque ¿quién es cazador y quién presa?) después de que uno traicione al otro. Los dos son perros viejos y curtidos, hombres que no dudan en matar. Son el Pastor Noé (un personaje brillante, fanático y loco que apabulla al lector) y Manuel Ovejero, el Perro (un delincuente de pura cepa, que con sus referencias musicales y cinematográficas constantes se forman ante los ojos del público como un antihéroe violento y sin ley). Ambos provocarán un río de sangre y destrucción en su brutal ajuste de cuentas y cimentarán una relación de odio y dependencia hasta límites más allá de la razón.
La historia, escrita en un bestial argot hampón de aquel país que en muchas ocasiones rezuma poesía carcelaria y de carretera, se muestra fragmentada en un experimento que recuerda mucho al director de cine norteamericano Quentin Tarantino. Y qué decir de su brutal tratamiento de la violencia y sus personajes... Puro negro posmoderno, crudo y de carretera. Recomendable por bueno, original y por excesivo.
Crítica de David Yagüe para Best Seller Español.