Por lo
menos un destacado se merece el experto en artes marciales que logró convencer
que en el far west a la hora de
pararse de manos se pelea karate tan naturalmente como se canta y baila
country. Nobleza obliga, sin mucho esfuerzo. Dudoso mérito conseguido mucho
antes de las nueve (sí, sí: nueve) temporadas de su Walker, Texas Ranger. Ahí,
dónde Terence Young tenía que traer a Toshiro Mifune para unir fuerzas
con Charles Bronson y Alain Delon en Sol
rojo. O dónde después de no dejar huella sobre papel de arroz, tatuarse
tigre y dragón literalmente a fuego y, en última instancia, por un problema de
polleras proveniente de China desembarcara en EE.UU con su kung-fu el mítico
Kwai Chang Caine de David Carradine (uno que de seguir vivo apostamos no
hubiera faltado a la fiesta organizada por Stallone); Chuck Norris con su barba
tupida, cara de piedra y a pura patada en hacha escribió el capítulo en el que
bien supo ganarse sus laureles como legendario héroe de acción.
De
aquella película en la que peleó con Bruce Lee a esta reaparición con 72 años
en la pantalla grande cuando ya se había retirado de la industria del cine y la
televisión, el viejo Chuck en su
peregrinaje de ya medio siglo –cuando no la pifió fulero jugando a ser un
berreta Indiana Jones en El templo de
fuego o incluso compartiendo protagónico con un perro en Top dog- no paró de arrasar contra
quien tuviera delante suyo ya sea interpretando a un sheriff, a un comando o a
un policía de ciudad. Él solo. Siempre él solo. Incluso en Invasión U.S.A. contra el ejército ruso. En Los indestructibles 2 interpreta a Booker, un lobo solitario como
le dice el personaje de Dolph Lundgren en alusión a su McQuade y un apellido
que es un guiño a su personaje de Los
valientes se visten de negro. Los minutos que aparece en el film son los
más celebrados. Permitiéndose incluso en sus diálogos una frase a lo Chuck Norris facts, esos hechos
apócrifos que escriben sus fans en la web para seguir mitificando a su ídolo en
afirmaciones tales como que Chuck Norris perdió la virginidad antes que su
padre o que él no respira, mantiene de rehén al aire en su cuerpo.