domingo, 2 de marzo de 2008

Gira mágica y misteriosa


Viaje a Darjeeling **** (4/5)

Con Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman y Anjelica Huston.
Dirigida por Wes Anderson
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(Por Leonardo A. Oyola) El comienzo del quinto largometraje de Wes Anderson es un homenaje al cine clásico de intriga, al estilo del Asesinato en el Expreso de Oriente, donde un personaje anónimo al que pareciera que lo están persiguiendo -interpretado por Bill Murray, habitual colaborador del realizador y protagonista de Vida Acuática- llega a una estación de trenes en un país exótico abordo de un taxi que abandona sin pagarle al chofer. La formación en la que debería estar plácidamente sentado acaba de partir. El hombre, de traje y riguroso sombrero, intentará alcanzarla corriendo. No lo logrará. Sí, en cambio, el flaco alto y desgarbado que lo pasa durante la carrera. Es uno de los Whitman, que vuelve a encontrarse con sus otros dos hermanos después de un año en el que no mantuvieron contacto para hacer un viaje que derivará en una aventura tan o más caótica que la vivida por los Beatles en su tren de Anochecer de un día agitado. Y la comparación con los de Liverpool no es gratuita. Porque los fabulosos cuatro de esta película son Wilson, Brody, Schwartzman y el mismísimo Anderson haciendo rocanrol clásico y del bueno.

Pocos son los cineastas que pueden ostentar estilos únicos. Anderson es uno de ellos. Su imaginario visual está patentado en el uso furibundo del soundtrack, la ralentización de movimientos y las subjetivas desde el punto de vista de los reflejos de espejos, solo para enumerar las más identificables. También existe en él una temática recurrente: la muerte y la forma que tenemos de lidiar con el luto. El roce con la pérdida de alguien cercano que nos pone en contacto con nuestra propia finitud. La muerte y todo lo que es referente a las ceremonias de velorios y entierros. La tumba de la madre de Max Fisher o el esposo fallecido aún presente de la maestra a la que pone cuerpo y alma Olivia Williams en Rushmore, el epitafio en la lápida de Royal Tenenbaum o los restos mortales del supuesto hijo de Steve Zissou arrojados al mar son clara muestra de esta pulsión. En este largometraje, Anderson da cátedra inolvidable con un flashback que inicia y termina con un abrazo entre hermanos que emociona con una honestidad demoledora.

Y es precisamente otro de sus rasgos característicos -esa habilidad para fusionar lo abrumador con lo absurdo- lo que nos permite, entre tantas, una hilarante escena con una cobra suelta por los vagones del Darjeeling Limited o la aparición de un tigre come hombres asolando a una iglesia y sus feligreses. El tren y la India se convierten en personajes claves en la historia de tres tipos que están en un país ajeno sin abandonar su propio mundo. Y El viaje a Darjeeling es, ni más ni menos, la forma en que los hermanos White y nosotros como espectadores nos volvemos a poner en contacto con la vida.

Publicado en el Nro. 120 de la edición argentina de Rolling Stone.
Marzo de 2008.