sábado, 26 de noviembre de 2011

Un pop del conurbano

Giros tumberos y asociaciones delirantes abundan en “Kryptonita”, último libro de Leonardo Oyola.



(Por Rodolfo Edwards). Kryptonita atrapa desde la primera palabra escrita en la novela: “obitó”. Este trágico verbo conjugado en un seco y parco tiempo pasado, desencadena toda una serie de reflexiones sobre la muerte y sus implicancias sociales: “Verbo pasado perfecto. Excelente definición de lo que fue una vida. Algo pasado. Algo único. No importa si fue una vida buena o mala. Fue algo único porque existió. Y ahora ya no más porque... Obitó. (...) Obitó es una palabra, un verbo, que nunca se pronuncia en una clínica privada. Porque si se paga es para recibir algo diferente.” Lo que amagaba ser una novela de “denuncia social”, pronto estalla en un carnaval de voces que dialogan desembozadamente con la cultura pop globalizada y convierten al texto de Leonardo Oyola en una materia incandescente, donde los personajes intervienen la lengua natal con una glosolalia, propia de un estado de trance, pletórica de giros tumberos y asociaciones absolutamente delirantes que dibujan sobre el texto un aquelarre pop: Carozo y Narizota, los lentos de los ochenta, las Marineritas del Club Almirante Brown. 
El título remite, como es obvio, al archifamoso cómic Superman que aquí aparece encarnado (invertido) en la figura de Pinino, alias Nafta Súper, cabecilla de una banda de delincuentes que asola la zona del Oeste, locación que invoca al western y sus sagas pistoleras. La acción transcurre en el Hospital Paroissien de Isidro Casanova, donde llegan, como Pinocho al hospital de los muñecos, heridos en combate en la Guerra de los Cien Años a la que parece condenada una buena franja de la población del conurbano bonaerense. Entre tiros vengativos de la justicia por mano propia, las peleas entre bandas, el gatillo fácil policíaco, los médicos y las enfermeras de la guardia nocturna son aduaneros en las largas noches del apocalipsis nativo, intermediando entre la violencia de afuera y la muerte que aflora como sentencia clandestina. 

El narrador de Kryptonita es un “nochero”, médico suplente que cubre subrepticiamente a otros en los horarios de la madrugada a cambio de un sucio emolumento. La kryptonita (mineral radiactivo que desactivaba los poderes del Superman original) de Kryptonita es un pedazo de vidrio verde, de una Heineken rota que El Pelado, el archienemigo de Nafta Súper (el Lex Luthor del oeste bonaerense) le clavó en un costado de su humanidad como una puñalada trapera. El “nochero” y la enfermera Nilda consiguen salvarle la vida pero son tomados como rehenes y aquí el relato asume el pathosde los exteriores de un noticiero televisivo; el suspense contiene los clásicos actores: el grupo GEO que llega tocando pito, el negociador y el asalto final.
En pocos años, Oyola logró consolidar una obra que ya es reconocida entre las más solidas de la nueva narrativa argentina. Así lo demuestra su inicial Siete & el Tigre Harapientoy otras como Santería y ChamaméKryptonita redobla la apuesta con una atrevida propuesta.