...Ultimamente, encontramos las sagas del conurbano de Juan Diego Incardona y Leonardo Oyola, donde Beatriz Sarlo lee el “aguante” como posible herencia gauchesca: “El aguante es un ideal moral, porque articula la comunidad, la establece frente a los otros, defiende a los más débiles, enfrenta las competencias y agresiones, fija sus límites (indispensable para ser comunidad). El aguante es lo que el honor era en la cultura aristocrática, lo que el coraje era en la mitología gaucha, lo que la virtud es para la religión o el pluralismo representa para la vida cívica”. En otro vector, los pastiches neo inmigratorios de Washington Cucurto son un virulento muestrario de lenguas y cuerpos, entrelazados en batallas arrabaleras. Pablo Katchadjian escribió el experimental El Martín Fierro ordenado alfabéticamente (2007), donde desarma el poema dotándolo de nuevos sentidos. En 2011, el paraguayo Oscar Fariña acometió en El guacho Martín Fierro la audaz empresa de remixarlo, reemplazando al protagonista gaucho por un pibe chorro: “Con el cover se puede opinar reversionando. Opino sobre el Martín Fierro con mi cover. Como si el original fuera una partitura y yo la interpretara a mi modo”, comentó Fariña. Todas estas revisiones del Martín Fierro no hacen más que confirmar que “en esta tierra nunca se acaba el embrollo” y las injusticias y violencias sociales sólo cambian de método, pero siguen vigentes...
Rodolfo Edwards escribe en la Revista Ñ tomando como punto de partida un ensayo clásico de Josefina Ludmer para volver a analizar el escenario donde se dirimieron las ideas sobre Identidad cultural, literatura nacional y organización política. Desde Lugones, Borges y Lamborghini hasta producciones recientes.