lunes, 12 de septiembre de 2011

Narrativas del conurbano bonaerense


El sábado, también en el auditorio del Malba, el escritor Jorge Consiglio, moderó la mesa sobre “Imaginarios suburbanos”. Los narradores Leonardo Oyola, Iosi Havilio y Sergio Olguín reflexionaron sobre esos espacios en los que se mueven muchos de sus personajes y, también, sobre la propia vida que se cuela en la escritura, en su literatura. Olguín, autor de Lanús (2002), aseguró que el suburbio y la ciudad no son excluyentes en su escritura: “Me interesa la tensión entre la periferia y el centro, complementarios o contradictorios”, dijo.
Oyola, que acaba de lanzar Kryptonita, un relato que transcurre en La Matanza, reconoció cómo lo cambio mudarse a la capital. “Mi literatura era una cuando vivía allá – ‘allá’ es Isidro Casanova, aunque Oyola dirá simplemente ‘el Oeste’– y es otra ahora que vivo acá”, contrastó. “Voy a ser siempre esas calles, donde nací y me crié; pero para dedicarse de lleno a esto, el lugar es acá”, sentenció.
Havilio, autor de Opendoor (2006), que se desarrolla cerca del complejo psiquiátrico de la zona de Luján, comentó que en su narrativa “el espacio nunca determina todo lo demás: el suburbio, un departamento en Barrio Norte o un hotel en las sierras cordobesas tienen potencial poético; lo importante es hacer que un mundo funcione, el resto, son accesorios”.
Las idas y vueltas fueron el puente para hablar de personajes y de vidas pasadas: “En todas mis novelas conté un recorte de alguna vida, uno de esos momentos en los que te toca ser el bueno o el villano”, explicó Oyola, mientras Olguín, por su parte, describió su manera de “elegir” la lengua en la que habla su narrador y sus protagonistas: “Lo único que necesito es que sea verosímil”. Havilio aseguró que “el narrador –y no el autor– es quien elige las palabras. Los tres coincidieron en señalar la importancia de lo autobiográfico. Al final, los tres escritores leyeron un fragmento de alguna de sus obras. “Lo que leíste es un bajón y lo que voy a leer yo es otro garrón”, le dijo Oyola a Olguín, e interpeló a Havilio, que anticipó que continuaría en el tándem de lo lúgubre. Se rieron los tres y el auditorio con 50 espectadores.