sábado, 29 de octubre de 2011

1995


¿Alguna vez necesitaste algo tan malo? Tapame los ojos. Uno de nosotros. El mundo que conozco. Y… Hacé una reverencia. Los viste varias veces. Los conocés. Cómo también la canción que está sonando en tu cabeza y cómo la vas a bailar. ¿Alguna vez necesitaste algo tan malo? Cinco canales de aire. Más uno, trucho, del barrio; pasando películas de VHS, AVH, las 24 horas de su programación. Tapame los ojos. Cerrás las ventanas. Es de día y hace calor en la casilla. Es la hora de la siesta y no vas a dormir. Transpirás. Transpirás mucho. Por la temperatura y por lo que va a pasar. Uno de nosotros. Si. Acaba de terminar una con Eddie Murphy que van a repetir a las dos de la mañana. Y hasta que empiece la película que van a dar a las cuatro de la tarde pasan los mismos cinco videos de siempre. El mundo que conozco. Estás en slip. Es colorado. El rosario blanco se te pegó al pecho por la transpiración. No dejás de mover la pierna izquierda, de los nervios, como si estuvieras cosiendo en una máquina de coser. Y… Hacé una reverencia. En la pantalla del televisor aparecen ocho toreros entrando a la arena. Es lo último que vez antes de que ella tape la imagen con su cuerpo también transpirado aunque todavía no haya pasado nada. ¿Alguna vez necesitaste algo tan malo? Tapame los ojos. Uno de nosotros. El mundo que conozco. Y…  Hacé una reverencia. Una de Def Leppard. Una de Marillion sin Fish. El one hit wonder de Joan Osborne. Una de Collective Soul. Y una de Madonna… Un lento de Madonna en la pantalla del televisor. Detrás de esa chica con la ropa interior del color de tu rosario, empapada. Esa chica tapando la imagen de los ocho matadores. Y vos convirtiéndote en un toro que usa slips colorados y rosarios blancos.