domingo, 2 de octubre de 2011

Batman, Súperman y los Pibes Chorros


(Por Nicolás Mavrakis). Si la literatura puede pensarse como un artefacto capaz de resignificar el mundo a través de la construcción de un universo de sentidos propios, Leonardo Oyola (Buenos Aires, 1973) está entre esos nuevos escritores que ya pusieron en marcha un horizonte y un lenguaje personal para lograrlo. Autor de historias donde el suspenso y el misterio se entremezclan con un género policial marcado por el eco de una larga experiencia autobiográfica en el oeste del Conurbano Bonaerense, Gólgota (2008, recién traducida al francés), Santería (2007) y Chamamé (2007, Premio Dashiell Hammett en España) son de esas pocas novelas argentinas que supieron hacer del realismo sucio post crisis de 2001 y de la marginalidad un universo de voces propias.

Oyola no escribe como quien le propone a la metrópoli un tour sensible y sociológicamente volátil por la castigada periferia bonaerense, sino como quien retrata existencias capaces de interpelar más allá de lo anecdótico y lo superficial. Fiel a ese universo, Kryptonita propone un giro: ¿qué pasa cuando los objetos culturales de la metrópoli son “absorbidos” por esa periferia? ¿Qué nuevas voces se activan? ¿Y qué se vuelven capaces de decir? Sería inútil (pero muy posible) pensar Kryptonita como una novela de tesis sobre la que orbitaran conceptos como los “híbridos culturales”, acerca de los que escribió el filósofo Néstor García Canclini. Inútil porque a Kryptonita no le interesa narrar abstracciones, sino las castigadas vidas terrenales de los integrantes de la banda criminal de Pinino –apodado “Nafta Súper”–, mientras le dejan entrever a un azorado médico del Hospital Paroissien, en Isidro Casanova, que no son más que una liga de superhéroes, con sus propias versiones de Superman o Batman, enfrentados a su vez con versiones autóctonas de archienemigos como el Guasón.¿Qué ocurriría si los personajes más famosos del comic mundial hubieran nacido entre pibes chorros en los peores rincones de La Matanza y no en sus habituales ciudades cosmopolitas y anglosajonas? ¿Quiénes serían sus enemigos? ¿Cómo codificarían el bien y el mal? ¿Cómo opondrían sus poderes ante las oscuras fuerzas de la redistribución de la riqueza o la Policía Bonaerense? ¿Quiénes serían sus seguidores? Kryptonita es un abanico de respuestas posibles. Un abanico que Oyola, a su modo, despliega durante la última noche de “Nafta Súper” en un hospital, mientras lucha contra lo único en el universo capaz de matarlo. 


Publicado en el diario Tiempo Argentino de hoy.